Fiesta de San Francisco de Paula

Desde hace ya casi dos años, el fundador de la Orden de los Mínimos se ha incorporado a nuestra familia SMA, como patrón de la parroquia que tenemos en Entrevías (Madrid). Allí nos unimos a un pequeño grupo parroquial para reflexionar, orar, celebrar y compartir.

Este año comenzamos la festividad con un Retiro Espiritual dirigido por el padre Martiniano, de la Tercera Orden de San Francisco (T.O.R), que actualmente trabaja en la parroquia de San Diego, al otro lado de la vía. La plegaria que San Francisco de Asís rezó ante el crucifijo de San Damián será el marco de nuestra reflexión.

¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento.

 Danos Señor la esperanza, no como una realidad que nos gustaría lograr, sino como una virtud que nos invita a darnos sin quedarnos con nada, porque si nos quedamos sin nada lo tendremos todo. Nuestra experiencia parece decirnos que amar a todos es algo inalcanzable, pero si nos abandonamos en Dios, es posible. Shalom, Shala, Paz, son palabras que acuden a nuestra oración ante este mundo convulso que nos rodea. Pero si yo no tengo paz en mi corazón, no puedo ser instrumento de paz. Por eso, la invitación a entrar en el desierto cuaresmal es una invitación a vivir la soledad acompañada. El mismo Espíritu que acompaña a Jesús en su bautismo, es el que le empuja al desierto para superar las tentaciones del placer y del tener.

Jesús aparece como buen retoño en mala tierra, en tierra reseca (Is 53,2). Él sabe. que la vida humana se ha vuelto agresiva, fría. Por eso se ha hecho sensible, vulnerable, para darnos a beber el agua viva que mana del Padre.

La vida puede ser una cuaresma aceptando nuestros valores, nuestros talentos, nuestras miserias, nuestras limitaciones. Sembremos con la semilla que Dios ha puesto en nuestros corazones, que es una semilla de Amor, porque si sembramos con rencor, cosecharemos con rencor.

«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a), nos dice en esta cuaresma el Papa Francisco.

Ante el Santísimo expuesto dejamos que estas reflexiones fecunden nuestro corazón, y después de un rato de sonoro silencio, celebramos la Eucaristía que termina con la bendición eucarística.

Hemos acogido la presencia de Dios en la Palabra y en el Sacramento. Ahora pasamos a acogerla en los hermanos con los que compartimos mesa. Junto a un sabroso pollo, disfrutamos de lo que cada uno ha ido aportando. Los dulces postres y la amena charla ponen la guinda a esta mañana celebrativa.

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